Está claro que se habla de mala suerte en el momento en que se da una situación que nos sobrepasa, es decir que no podemos controlar. Cuando no tenemos recursos para afrontar lo que sucede a nuestro alrededor, nos venimos abajo o nos quedamos bloqueados. Y entonces el recurso más sencillo es apelar a la mala suerte. Seguramente sobre esta idea volveremos más veces.
También se da en muchas ocasiones que ese suceso que acaba de ocurrir y que es considerado como como mala suerte, el paso del tiempo lo puede convertir en positivo. Si estudiáramos esos casos en profundidad seguramente llegaríamos a la conclusión de que hemos desarrollado las defensas - mejor dicho las aptitudes y actitudes - necesarias como para ser capaces de que en caso de que vuelva a ocurrir algo parecido no nos afecte tan negativamente. Es decir nos hemos preparado para afrontar esa situación. Y entonces, los demás e incluso nosotros mismos, cuando nos movemos como pez en el agua en esa situación difícil y desconocida para otros, se hablará de buena suerte. Claro que nuestro amigo Martín, y no sin razón, hablará de experiencia.