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lunes, 11 de abril de 2011

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Martín nos manda esta nota. Habla de la suerte y de encomendarse al cielo. Bueno, mejor dicho, de cómo le encomendaban al altísimo. Os la dejo y comentamos.

Fueron 357 días que comienzan en marzo de 1978 y acaban en el mismo mes de 1979, y forman parte de los 434 que hice de servicio en el ejercito de tierra.
En esos días que cito, un día a la semana, solía llevar mi ropa a lavar a una señora que suplementaba su magra pensión en negro, y defraudaba a Hacienda mis pocas pesetas, que en aquella época empezaba a perseguir los tributos de los españolitos de a pie.
Bien, mi recuerdo. Cada vez que entregaba ropa ó la recogía limpia y planchada, aquella buena señora cuyo nombre ya no recuerdo, como mucho de lo que se refiere a ese período, no me deseaba suerte, sino que me decía  : "Con Diós", lo que entiendo es una abreviatura de la jaculatoria ¡Vaya Usted con Dios!.
Te voy a apuntar un tanto : Creo que sobrevivir con el cuerpo y la mente integros a esa experiencia fué cuestión de suerte : armas que se te pierden, ó te roban; juegos que terminan con balas en el cuerpo, explosiones de armamento pesado y de plástico explosivo en el campo de tiro, esquirlas que alcanzan al compañero y le dejan "tocado" un ojo para siempre, los "tontos" que se daban la vuelta hacia atrás en el campo de tiro para avisar de que se había agarrotado el cierre del arma con el cargador puesto,...
Con razón, la señora me decía lo de "¡Con Dios!" : ella confiaba mi suerte a Dios.
Y, como te decía tiempo atrás, como ni Dios ni conservar mi integridad estaban en mis manos, juego para tí.

2 comentarios:

  1. Hola Martín, ¡Como te gusta ponerme contra las cuerdas!...
    Desde luego, la utilización de conceptos religiosos par afrontar la vida, o más bien los sinsabores de la vida, o sus sorpresas, es un método necesario para mucha gente. Es el mejor bálsamo que se puede utilizar para dejar que los acontecimientos ocurran sin tener que ponernos en activo frente a ellos. Es "la voluntad de Dios", o "el destino" son la gran excusa para aceptar con resignación todo lo que se nos venga encima. Suerte y creencias, menudo campo de batalla tenemos por delante...

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  2. Fortuny, me ha sido difícil comentar esta entrada. Acaso porque viví desde muy cerca el sentimiento de Martín ante la mili que le tocó vivir. Es curioso que posteriormente hiciera la mili mi hermano el pequeño y nada que ver. Ambos con el mismo galón, y no de soldado raso precisamente, y sin embargo dos historias completamente diferentes. No sé si fue la distancia, que Martín por cuestión de estudios se incorporó tardíamente, el carácter que también hace lo suyo, una mezcla de todos los factores o… la mala suerte, pero bien es verdad que fue una suerte que olvidase aquella pesadilla de la que durante años no quiso hablar e incluso tuvimos que esconder las fotos de aquella época que había por casa, para que no las hiciese desaparecer.

    Martín, fue una suerte que abandonases aquel desierto de Murcia sano y salvo y que luego se eliminaría la obligatoriedad de hacer el servicio militar convirtiendo el ejercito en profesional. No dudes que fue en beneficio de los pacifistas como tú, que no se tendrán que ver con un arma en la mano, o lo que es peor, con alguien al lado muerto porque “por casualidad” se disparó un arma.

    Un abrazo

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